Hablar
de Pedro Elías puede llegar a ser muy triste y fuerte pero se lo debo. Creo que
lo hemos dejado atrás bastante ligeramente y aquí, hoy, quiero recordarlo
bonito.
Pedro
nació en 1953, el 10 de diciembre. En ese entonces mis padres y Carmen Cristina
vivían en la Quinta Serenata, al pie del Avila, en Altamira. Imagino que
mi papá estaba muy contento por tener un varón después de Carmen y fue la niña
de sus ojos. Recuerdo oírlo decir que se mudaron de allí a El Bejucal porque
Pedro casi se ahogaba en la piscina de Serenata y eso lo aterrorizó.
Más
adelante, pasados muchos anos, me pidió que por favor no le pusiera a Andrés el
nombre de mi hermano porque "los Pedro Elías de la familia no han tenido
buena suerte". Por eso Andrés Elías se llama así.
(Pedro Elias Aristeguieta era su tío y falleció en el episodio del desembarco del Falke, en los tiempos de Juan Vicente Gomez)
(Pedro Elias Aristeguieta era su tío y falleció en el episodio del desembarco del Falke, en los tiempos de Juan Vicente Gomez)
Pedro
entró a estudiar en el colegio San Ignacio y en preescolar tuvo la misma suerte
de contar con una monja que le pegaba. El caso fue que mi mamá si fue a
reclamar y resulta que el problema era que Pedro no veía bien, por eso se
distraía y la monja le pegaba. Le pusieron sus lentes y todo mejoró.
Pedro
fue siempre un excelente alumno, era inteligentísimo. Estudiaba poco pero
siempre salía super bien. Tenía buen carácter, era dulce, tranquilo, pacifico,
calmado. Su único rollo con mi papá era el pelo que siempre le mandaba a
cortar.
Siempre
quiso una moto y mis padres se la negaron todo el tiempo. Durante su primaria y
bachillerato me nombró casi todos los años madrina para el desfile inaugural.
Allí escogían una madrina ganadora, que nunca fui yo. Siempre me lo decía el día antes del desfile. "Maria Elena no tenemos madrina así que tu vas".
Pedro
andaba siempre con Alejandro nuestro primo y con Andrés, nuestro otro primo.
Casi en quinto ano conoció a Eduardo Rivodó, su pana del alma en la
universidad.
Pedro
y yo compartimos el mismo cuarto hasta que ambos crecimos lo suficiente como
para entender que éramos varón y hembra y no era natural que compartiéramos la
misma habitación.
Cuando
se graduó, comenzó a estudiar en la USB, ingeniería mecánica y siempre salia
bien a pesar de lo difícil de la carrera. También comenzó a trabajar en una
compañía de aires acondicionados y allí, con su propio sueldo, compró la moto
que tanto había querido siempre. Incluso inventó que la moto era de su jefe, ya
que estaba a su nombre hasta que la pudiera pagar completa, para que mi papá fuera haciéndose la idea de tener cerca la moto.
Pedro
era un tipo cariñoso, siempre se acostaba a ver TV con mi papá. Era
desprendido, distraído. Cuando veía TV se olvidaba del mundo como el día del
terremoto de Caracas el 25 de julio de 1967. Se quedo pegado viendo la tele y
fui yo quien le pegué un grito para que corriera fuera de la casa. Nunca
peleaba con nadie, lidiaba con todas las hermanas mujeres muy bien y con todas
fue un dulce.
Viajó a Cuba en una oportunidad. El tema del comunismo le llamaba la atención. Pero más
que eso adoraba a Tintin, el comic belga que me hizo querer tanto como él. Le encantaba El Zorro. Jugar domino y ajedrez.
Le
conocí pocas novias: Ilse Briceño y Jacqueline Curiel aunque salió con muchas
de mis conocidas y otras que no conocí también.
Recuerdo
una vez que me pidió que lo acompañara a comprar ropa porque no tenia la menor
idea de que comprar.
Recuerdo
cuando chocó el Ford Cortina y lo desbarató.
Recuerdo
ir con él a las carreras de motocross que fue lo más cerca de las motos que mi
papá accedió. Con Giuliano Rovis y Jesús Veroes.
Recuerdo
sus abrazos largos y extendidos, su risa, su humor negro, su capacidad de
mantener la calma ante cualquier situación. Sus explicaciones largas y
completas para cada tema.
Recuerdo
que era mi hermano apenas 3 años mayor que yo y muy cercano a mí. Su pelo "baba", largo.
Recuerdo
que no fumaba, tomaba poco y se comía la concha del pan antes que el relleno. Le encantaba la patilla y las películas de Bruce Lee. No se metía en nuestros problemas.
Recuerdo
que yo estaba de viaje en Europa y el estaba usando mi carro. Llegué un 21 de
septiembre y al día siguiente, no agarró el carro sino la moto. No lo vi más.
Regresando de la universidad, frente al Country Club, tuvo el accidente que
todavía no entendimos bien y se fue.
No
hay palabras para describir esto. Todavía me hace llorar y siempre lo recuerdo
con mucho amor y con la nostalgia de pensar como hubiera sido mi vida con él
cerca, como hubiera sido su vida, su esposa, sus hijos, la relación
familiar.
Su
muerte marcó a mis padres por siempre. Todo comenzó a cambiar a partir de allí.
Ninguno fue el mismo después de esto. Mi papá empezó a quererse morir hasta que
lo consiguió. Mi mamá se endureció. Se trancó para siempre y más nunca hubo
cordialidad y felicidad. Al
menos así lo veo yo.
Pasan
los años y lo sigo pensando, queriendo. Sobre todo a través de mi hijo Andrés Elías
que me lo recuerda a cada momento en su manera, su carácter y su tranquilidad.
Es un pedacito de Pedro en su ser. Yo lo veo en él todos los días, ese fue el
mejor regalo que Dios pudo darme. Lo extraño todos los días. Aceptar que no
estaba más entre nosotros me costó mucho tiempo, muchas lágrimas. El dolor se
queda ahí mucho tiempo, presente, fuerte, constante. Voy al cementerio ocasionalmente y le dejo flores. Rezo.
Pedro
era especial sobre todo porque en una casa de tantas mujeres con tanto
carácter, era como un oasis para el temperamento. Siempre calmado, en paz.
Pedro,
te quiero siempre y conmigo estarás siempre. Te extraño muchísimo enorme, inmenso, junto con mi papá y ojala
podamos vernos de nuevo, alguna vez, en alguna vida.
Tenía
23 años.
Le faltaron 3 meses para graduarse de ingeniero mecánico de la Universidad Simón Bolívar. Mil anos para completar sus suenos y disfrutar del éxito que tenia garantizado en la empresa donde trabajaba o quizás en otra.
Me faltó la vida para seguir creciendo junto a él y sus formas, sus maneras. Lo siento cerca a través de Andrés, lo recuerdo por las experiencias que tuvimos juntos y por sus amigos, Eduardo Rojas, Felipe Pacheco, Carlitos Raitler, Gregory Hoffmann, Cecilia Laya, y los que ya mencioné.
Las fotos que existen las tome yo o con una cámara que costó un mundo que me la compraran. Mas tarde mi papá me dijo"si no hubiera sido por tu empeño en tener esa cámara de fotos, no tendríamos ni una foto de Pedro".
Le faltaron 3 meses para graduarse de ingeniero mecánico de la Universidad Simón Bolívar. Mil anos para completar sus suenos y disfrutar del éxito que tenia garantizado en la empresa donde trabajaba o quizás en otra.
Me faltó la vida para seguir creciendo junto a él y sus formas, sus maneras. Lo siento cerca a través de Andrés, lo recuerdo por las experiencias que tuvimos juntos y por sus amigos, Eduardo Rojas, Felipe Pacheco, Carlitos Raitler, Gregory Hoffmann, Cecilia Laya, y los que ya mencioné.
Las fotos que existen las tome yo o con una cámara que costó un mundo que me la compraran. Mas tarde mi papá me dijo"si no hubiera sido por tu empeño en tener esa cámara de fotos, no tendríamos ni una foto de Pedro".
Pedro, aunque no te mencione, aunque no hable de ti, estas presente en todo momento y en mi corazón Nada ni nadie podrá sacarte de ahí, nunca. Te adoro.
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