domingo, 7 de julio de 2013

Mi hermano Pedro Elías (1953-1976)

Hablar de Pedro Elías puede llegar a ser muy triste y fuerte pero se lo debo. Creo que lo hemos dejado atrás bastante ligeramente y aquí, hoy, quiero recordarlo bonito.

Pedro nació en 1953, el 10 de diciembre. En ese entonces mis padres y Carmen Cristina vivían en la Quinta Serenata, al pie del Avila, en Altamira.  Imagino que mi papá estaba muy contento por tener un varón después de Carmen y fue la niña de sus ojos. Recuerdo oírlo decir que se mudaron de allí a El Bejucal porque Pedro casi se ahogaba en la piscina de Serenata y eso lo aterrorizó. 

Más adelante, pasados muchos anos, me pidió que por favor no le pusiera a Andrés el nombre de mi hermano porque "los Pedro Elías de la familia no han tenido buena suerte". Por eso Andrés Elías se llama así.

(Pedro Elias Aristeguieta era su tío y falleció en el episodio del desembarco del Falke, en los tiempos de Juan Vicente Gomez)

Pedro entró a estudiar en el colegio San Ignacio y en preescolar tuvo la misma suerte de contar con una monja que le pegaba. El caso fue que mi mamá si fue a reclamar y resulta que el problema era que Pedro no veía bien, por eso se distraía y la monja le pegaba. Le pusieron sus lentes y todo mejoró.
 
Pedro Elias de 4 anos aproximadamente
Pedro fue siempre un excelente alumno, era inteligentísimo. Estudiaba poco pero siempre salía super bien. Tenía buen carácter, era dulce, tranquilo, pacifico, calmado. Su único rollo con mi papá era el pelo que siempre le mandaba a cortar.

Siempre quiso una moto y mis padres se la negaron todo el tiempo. Durante su primaria y bachillerato me nombró casi todos los años madrina para el desfile inaugural. Allí escogían una madrina ganadora, que nunca fui yo. Siempre me lo decía el día antes del desfile. "Maria Elena no tenemos madrina así que tu vas".

Pedro andaba siempre con Alejandro nuestro primo y con Andrés, nuestro otro primo. Casi en quinto ano conoció a Eduardo Rivodó, su pana del alma en la universidad.

Pedro y yo compartimos el mismo cuarto hasta que ambos crecimos lo suficiente como para entender que éramos varón y hembra y no era natural que compartiéramos la misma habitación. 

Cuando se graduó, comenzó a estudiar en la USB, ingeniería mecánica y siempre salia bien a pesar de lo difícil de la carrera. También comenzó a trabajar en una compañía de aires acondicionados y allí, con su propio sueldo, compró la moto que tanto había querido siempre. Incluso inventó que la moto era de su jefe, ya que estaba a su nombre hasta que la pudiera pagar completa, para que mi papá fuera haciéndose la idea de tener cerca la moto.
 
Pedro en Miami. Foto MEM 1975
Pedro era un tipo cariñoso, siempre se acostaba a ver TV con mi papá. Era desprendido, distraído. Cuando veía TV se olvidaba del mundo como el día del terremoto de Caracas el 25 de julio de 1967. Se quedo pegado viendo la tele y fui yo quien le pegué un grito para que corriera fuera de la casa. Nunca peleaba con nadie, lidiaba con todas las hermanas mujeres muy bien y con todas fue un dulce.

Viajó a Cuba en una oportunidad. El tema del comunismo le llamaba la atención. Pero más que eso adoraba a Tintin, el comic belga que me hizo querer tanto como él. Le encantaba El Zorro. Jugar domino y ajedrez.

Le conocí pocas novias: Ilse Briceño y Jacqueline Curiel aunque salió con muchas de mis conocidas y otras que no conocí también.
 
Pedro con Mercedes Parra 1972
Recuerdo una vez que me pidió que lo acompañara a comprar ropa porque no tenia la menor idea de que comprar.
Recuerdo cuando chocó el Ford Cortina y lo desbarató.
Recuerdo ir con él a las carreras de motocross que fue lo más cerca de las motos que mi papá accedió. Con Giuliano Rovis y Jesús Veroes.

Recuerdo sus abrazos largos y extendidos, su risa, su humor negro, su capacidad de mantener la calma ante cualquier situación. Sus explicaciones largas y completas para cada tema.
Recuerdo que era mi hermano apenas 3 años mayor que yo y muy cercano a mí. Su pelo "baba", largo.
Recuerdo que no fumaba, tomaba poco y se comía la concha del pan antes que el relleno. Le encantaba la patilla y las películas de Bruce Lee. No se metía en nuestros problemas.
Recuerdo que yo estaba de viaje en Europa y el estaba usando mi carro. Llegué un 21 de septiembre y al día siguiente, no agarró el carro sino la moto. No lo vi más. Regresando de la universidad, frente al Country Club, tuvo el accidente que todavía no entendimos bien y se fue.

No hay palabras para describir esto. Todavía me hace llorar y siempre lo recuerdo con mucho amor y con la nostalgia de pensar como hubiera sido mi vida con él  cerca, como hubiera sido su vida, su esposa, sus hijos, la relación familiar. 

Su muerte marcó a mis padres por siempre. Todo comenzó a cambiar a partir de allí. Ninguno fue el mismo después de esto. Mi papá empezó a quererse morir hasta que lo consiguió. Mi mamá se endureció. Se trancó para siempre y más nunca hubo cordialidad y felicidad. Al menos así lo veo yo.

Pasan los años y lo sigo pensando, queriendo. Sobre todo a través de mi hijo Andrés Elías que me lo recuerda a cada momento en su manera, su carácter y su tranquilidad. Es un pedacito de Pedro en su ser. Yo lo veo en él  todos los días, ese fue el mejor regalo que Dios pudo darme. Lo extraño todos los días. Aceptar que no estaba más entre nosotros me costó mucho tiempo, muchas lágrimas. El dolor se queda ahí mucho tiempo, presente, fuerte, constante. Voy al cementerio ocasionalmente y le dejo flores. Rezo. 

Pedro era especial sobre todo porque en una casa de tantas mujeres con tanto carácter, era como un oasis para el temperamento. Siempre calmado, en paz.

Pedro, te quiero siempre y conmigo estarás siempre. Te extraño muchísimo  enorme, inmenso, junto con mi papá y ojala podamos vernos de nuevo, alguna vez, en alguna vida.



Tenía 23 años.

Le faltaron 3 meses para graduarse de ingeniero mecánico de la Universidad Simón Bolívar. Mil anos para completar sus suenos y disfrutar del éxito que tenia garantizado en la empresa donde trabajaba o quizás en otra.  

Me faltó la vida para seguir creciendo junto a él  y sus formas, sus maneras. Lo siento cerca a través de Andrés, lo recuerdo por las experiencias que tuvimos juntos y por sus amigos, Eduardo Rojas, Felipe Pacheco, Carlitos Raitler, Gregory Hoffmann, Cecilia Laya, y los que ya mencioné

Las fotos que existen las tome yo o con una cámara que costó un mundo que me la compraran. Mas tarde mi papá me dijo"si no hubiera sido por tu empeño en tener esa cámara de fotos, no tendríamos ni una foto de Pedro".
Pedro, aunque no te mencione, aunque no hable de ti, estas presente en todo momento y en mi corazón  Nada ni nadie podrá sacarte de ahí, nunca. Te adoro.

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