lunes, 27 de enero de 2014

1997 Reencuentro con El Penon

Los años pasan y no en vano. Solamente cuando Andrés Elías cumple 5 años y entra en el colegio San Ignacio. Capítulo aparte. Conseguir que entrara me costó mucho trabajo pero sucedió. Me encontré entonces en esos andares por Villa Piscina y Villa Loyola a Doris Szilard. Mi gran amiga. Doris me conquista con al idea de hacer una fiesta de reencuentro con los compañeros de El Peñón. Mi gente que no veo desde hace más de 20 años pero la verdad me parece una genialidad. Desde hacía ya un tiempo estaba sola, nutriéndome fundamentalmente de mis hijos y de mis amigas. Sin pareja y sin nadie que me hubiese tocado la torre desde hace mucho tiempo.

Comienzan los preparativos y la verdad fue un tiempo de mucha emoción y felicidad hasta ese día en la casa de Paul Soucy donde nos reunimos casi todos. Allí estuve observando a Adolfo muy triste, de capa caída luego supe que se estaba divorciando.
Adolfo y yo comenzamos a salir y me enamoré una vez más, o así lo creí, para luego volver a terminar con el corazón roto y lleno de una tristeza profunda. Creo que desde mi rompimiento con Perucho nunca había llorado tanto! Con la diferencia que cuando estaba con Perucho tenía 15 años y con Adolfo ya tenía 47. Absurdo, horrible, sobre todo porque mis amigos peñoneros cargaron con todo el peso de la amargura y tristeza…

No tengo palabras para expresar lo que me revolvió la relación con Adolfo. Una vez mas haber perdido mi tiempo intentando quedarme con el amor, y lo que conseguí fue casi un infarto. Como me decía María Margarita, quizás estaba enamorada del amor, del ideal de tener una pareja al fin, y no de Adolfo como persona. Al principio fue muy difícil, mas nunca quise ni hablarle, le devolví todos los regalos que me dio, le corte la comunicación por completo, estaba devastada, no quería saber de él.  Comencé terapia con una psicóloga que resolvió tratarlo a él también y decidí no ir más. Paul me recomendó a Marilo. Mi gran y querida Marilo que me ayudó muchísimo y me quiso de verdad. Marilo se fue, decidió irse un mal día, la hora menguada, no resistió saberse culpable de la muerte de un ser humano. Que Dios la tenga consigo en el mejor lugar.

Después de este sufrimiento tan grande comenzó otra etapa oscura de mi vida, la que espero sea la última, la que nunca debió ocurrir y de la cual me arrepiento y siempre lo tendré marcado en mi corazón.