lunes, 26 de agosto de 2013

1988 hasta 1992 RCTV


RCTV fue una escuela muy importante. Entré a trabajar al mes de haber dado a luz y un 27 de mayo comencé de nuevo a vivir. Desde 1988 el mundo de las noticias se volvió mi mundo. Trabajaba desde las 2 hasta las 10 de la noche además de no dormir para darle pecho a Andrés Elías quien apenas tenía mes y medio de nacido. Nada me pesaba porque adoraba mi trabajo. Todavía hoy añoro demasiado el trabajar en la televisión. Mi año en Venevisión fue lo máximo y RCTV sería mi casa hasta 1991. 

Eran épocas de tubazos y competencia entre canales por cubrir más, mejor, primero, la noticia. Varios éxitos tuve durante mi desempeño. Éxitos que me llenan de profunda satisfacción. El primero fue cuando el presidente Carlos Andrés Pérez asumió el segundo mandato. Primero, me enviaron en avión privado a entrevistar al presidente de Guyana para nuestro programa especial. Fue un viaje relámpago y fui porque sólo yo hablaba inglés. En segundo lugar, por mi cuenta estructuré toda la programación de tres días en los que el canal transmitiría únicamente lo que pasaría en el país alrededor de la toma presidencial. Algunos la llamaron la Coronación porque fue un evento de tres día en el que los presidentes de muchos países vendrían a una ceremonia en el Teatro Teresa Carreño, propia de emperadores reyes y zares. 

En cuanto a la División Informativa concernía, teníamos que llenar la señal de esos días con puro trabajo de prensa. No habría magazines, ni comiquitas, 72 horas de producción de la noticia. A mi nadie me dijo nada pero personalmente me senté a escribir el plan, cómo sería esa programación. Todavía conservo el original de ese ejercicio. Más tarde supe que en una reunión de gerencia, Marcel Granier preguntó: “Cuál es el plan que tiene Prensa para estos días que vienen?”, Luis Huelga, productor del noticiero entonces, dijo que tenía todo listo y bajó a mi escritorio, tomó mis documentos y subió a presentarlos en la reunión. La historia me la contaría Gustavo Basalo, VP de Programación, quien estaba presente en la reunión y quien fue mi jefe meses más adelante cuando Elizabeth Pérez pudo más que todos juntos y me corrió de Prensa. Una de las cosas que no soportó fue que el doctor Eladio Láres, presidente, me asignara a mí para sustituir a Dhamelis Díaz en su programa con Carlos Fernándes en la mañana. Esa tarea de 15 días me costó la paz y la tranquilidad hasta tener que irme del departamento. Creo yo que fue así. Mucho tiempo después, la volví a encontrar.

Fue una época bellísima. Giovanni Daboín, uno de los reporteros, y yo comenzamos a salir cuando Andrés tenía como 6 meses y me di cuenta que mi matrimonio no tenía solución. Armando me había dicho mentiras y me había decepcionado de su comodidad y su poca comprensión de la responsabilidad que implicaba que nos habíamos casado. Allí se terminó todo. Giovanni es un ser excepcional. Me cuidó a mi y a Andrés pero no terminé de enamorarme. Quizás era demasiado prematuro. Estaba tratando de abrirme paso en el canal, de vencer las batallas de la envidia y la necedad. Giovanni veía todo muy simple y yo no estaba segura de que eso era lo que yo quería. Andrés ocupaba mi espacio, mi vida y mi dedicación, no había nada más en qué pensar. Mis recuerdos más bellos, haber sido la “madrina” de Sergio Novelli y mandarlo a la calle para que comenzara a reportear. Así dejó la sala de redacción y se convirtió en un personaje de la noticia. Compartir con Norberto Mazza, Jaime Suárez. Aprender de Carlos redondo y contar con Sol Vargas como compañera de trabajo. Maria Isabel Arriaga, Ana María Fernández, Maria Cristina Beneyto y Alba Cecilia Mujica, mis compañeras de lucha.

Todavía en 1989 estaba trabajando como Jefe de Producción del Noticiero Estelar de las 11:00 p.m. y en febrero de ese año, pasó lo peor. Carlos Andrés Pérez, con su gabinete  de los IESA Boys, tomó como medida el aumento de 0.25 centavos de bolívar a la gasolina y, de la noche a la mañana, por no haber comunicado y ejecutado esta medida idóneamente, comenzó una explosión social en Guarenas. Saqueos, incendios, quemas de caucho, etc. iniciaron lo que se convirtió en el inicio de la debacle de Venezuela.

Tres día de disturbios en toda Venezuela, justo semanas después de que el nuevo presidente de Venezuela tomaba el poder. En canal estuvo rodeado por la GN durante días para protegernos. La gente saqueó casas, tiendas, automercados, etc. Hubo toque de queda y teníamos que andar con salvo conductos para poder llegar a Los Cortijos. Nos entrevistaban de emisoras de radio de todo el planeta para que diéramos nuestra versión. Las cosas llegaron a calmarse después de muchos disparos y muertos. Y repito, Venezuela no volvió a ser la misma después de esto. Aunque no llegaría a ser el peor momento del país.

De 1990 a 1991 transcurrió una suerte de momentos tranquilos bajo la amenaza constante de Elizabeth Pérez de sacarme de RCTV. El hecho de que Giovanni me prefiriera, por decirlo de alguna manera, y de que el Dr. Lares me seleccionara a mi para la suplencia, desataron la ira de los Dioses y estaba yo condenada a morir. No hubo forma de arreglar aquello y en una movida rápida y concertada entre Gustavo Basalo y yo, Director de Programación, fragüe el traslado de Prensa a Programación.

Ya mis hermanas se habían casado. Las tres. Adriana ya había tenido a Melanie, su hija mayor, hermosa y brillante una nina super inteligente y preciosa. Melanie habia tenido a Fernando y Ana Maria no había tenido hijos. Carmen Cristina se había casado por segunda vez con Simón, un novio que había tenido en su juventud.
 
Andres en su primer cumpleanos, 1989. Terrazas del Avila.
Atrás quedarían los tiempos de noticias, correderas, sucesos, microondas y camarógrafos. Terminaba para mi entonces el periodismo en televisión. Con todo el dolor de mi alma y que todavía tengo como el de un viejo amor. La televisión es un amor, quizás el más genuino, el amor más grande que he tenido. Giovanni se desapareció de mi vida no sé ni cuándo. Le debo tanto porque estando tan sola, compartió mis penas y mis noches solitarias. Los episodios de más necesidad en la crianza de un bebé fueron menos duros por su apoyo. Andrés se prendió en lechina y mi mamá me quitó la preocupación del contagio asegurándome que ya lo había padecido. No fue cierto. Ella no tenía idea y Andrés me contagió justo cuando comenzaba a trabajar con Gustavo. De inmediato se la pegué a Giovanni. Un desastre! Giovanni llamaba a Andrés Cuqui Cuqui. Lo quiso mucho. Y a mí. Cuánto lamento no haberme enamorado igual. Así deje de verlos a todos. A Maria Cristina, Maria Isabel, Alba Cecilia, Sergio, Orlando. Inmediatamente me mudé al piso de arriba y la experiencia fue absolutamente diferente y sabrosa.
Me quedó la satisfacción de haber entrevistado al presidente de Guyana, haber dirigido la toma presidencial, haber dado unos cuantos tubazos y haber tenido éxito en mi desempeño.
Viajé a Acapulco, a Orlando, conocí mucha gente, disfruté y luché por el futuro que me había imaginado sin éxito. Claro que yo también debo haber actuado y sido inadecuada, mi carácter, mi inmadurez, no lo sé. Pero siempre he querido salir adelante y lograr mis metas. No lo logré.
Me duele profundamente. Haría lo que fuese para corregir donde me equivoqué. Pero el pasado pasó y no podemos lamentarnos sobre el agua derramada.

Mis trabajos fueron buenos: dirigi en el Master de RCTV toda la recepción de los mandatarios del mundo cuando llegaron a la toma de posesión de CAP, viaje a entrevistar al presidente de Guyana en el avión del presidente de RCTV, participe en todo el desarrollo de las noticias durante el Caracazo de 1989, Fui la productora del club Disney, el festival de Acapulco y personalmente encargada de MENUDO cuando llegaba a Caracas.
Mi matrimonio con Armando se deshizo sin remedio. Le falto ambición  deseos de superacion y yo estaba llena de ganas y de ilusiones. No funciono estando el en Mérida y yo en Caracas. No estaba por graduarse como me dijo, todavía pasaron unos cuantos anos mas para que terminara la universidad.
Desde 1988 hasta casi 1992 mi vida se desarrollo entre Los Cortijos, La Campiña y Quinta Crespo. Trabaje durisimo, aprendí montones. Me divertí bastante y levante a mi negrito sola. Sin esposo y sin ayuda de la familia. Pedir que me ayudaran con Andres era perder el tiempo. Recuerdo a mi mama decir que la nariz de Andres parecía una escopeta morocha y mi tía Ana Dolores, decirle que si no tenia nada mejor que decir, que mejor no dijera nada... Jamas quería mi mama quedarse con el ni siquiera el día que murió el hermano de Erika, para ir yo al entierro. 
Mi papa ya estaba muy enfermo. Recuerdo comentar que tenia un color de piel extraño  y su semblante ya no era el mismo. 
Recuerdo un día que fuimos todas a almorzar con el y de repente dijo que tenia una deuda conmigo porque mis hermanas siempre le pedían dinero y que yo nunca le pedía, le pidió entonces a Carmen Cristina que me hiciera un cheque y yo, absolutamente anonadada.
Así de justo era.
Andres de 2 anos, 1990.

domingo, 18 de agosto de 2013

Fuera de los medios de comunicacion (1986-1988)

Muy dolorosa la separación de Venevision y aun cuando fui a VTV a trabajar con Maria Fernanda Flores, la luna de miel no duro sino tres meses. Fue entonces cuando salí definitivamente del amor de mi vida: la television.

En ese entonces, 1986-1987, hago un giro en mi carrera profesional. María Eugenia Otero, estaba trabajando en el Banco Latino con Reinaldo Casanova, en la división de Mercadeo y Publicidad y es así cómo cambia toda mi energía, de la televisión al área corporativa.
 
Yo, en la convencion del Banco Latino, 1987
En el matrimonio de Carlos y Marbella conocí a Armando Borrero, un primo hermano de la novia. Yo fui a ese matrimonio sin ganas, muy triste porque había terminado con Gerardo Pinedo con quien supuestamente me iba a casar! Las cosas se enfriaron y el romance también. Armando fue muy caballeroso y de inmediato comenzamos a salir… bueno el vivía en Mérida, hoy todavía. Intentamos esta relación hasta que al cabo de muy poco tiempo, nos casamos. Yo tenía 30 años, él 3 menos que yo. Tenía mucha ilusión de comenzar un proyecto de vida junto a un tipo bueno, sencillo, que me quería mucho. Armando es de Coro y sus padres viven en Cumarebo, un pueblo, en el estado Falcón, muy humilde. Su papá es médico ginecobstetra y desarrolló una clínica que atiende a las mujeres de allí y sus alrededores. Gente humilde, de buen corazón pero como todo provinciano, con falta de ambición y de crecer mucho más de lo que le permitiera vivir como hoy. En su propio pueblo y con una vida promedio sin grandes lujos, ni grandes proyectos. A los cinco meses me fui a vivir a Mérida con él mientras seguía en la culminación de sus estudios. No funcionaba bien. A los cinco meses de casada salí en estado. El 11 de julio para ser precisos. Mi mayor felicidad en esa relación que se marcó por vivir con mucha escasez y pocas manifestaciones de querer cambiar eso. Regresé a Caracas para dar a luz en el Centro Médico, con Leopoldo Cárdenas. Tenía mi apartamento que mi papá me aconsejó comprar cuando nos dio un dinero a cada una. Yo me metí en este negocio y quedé con una hipoteca que cancelé con el tiempo, con mi trabajo.
 
1988, Andres Elias el día de su bautizo
1988. Así fue como después de 9 meses nació mi primer hijo, mi primer gran amor, la criatura más querida de mi vida, con mucha dificultad porque su fecha se pasó y el parto fue difícil. Cesárea. Me anestesiaron completa y con el favor de Dios todo salió bien. Andrés Elías vino el 10 de abril de 1988, año del Dragón, a llenar mi vida con todo su paquete hermoso y me ha hecho una madre muy, pero muy orgullosa y feliz.

Andrés siempre fue muy vivaz, andaba conmigo para todos lados, siempre inquieto y juguetón. Lo llevaba a ms guardias del canal, a la oficina del doctor Lares. Cuando nos enviaron a la sede de la avenida Soublette me preguntaba: “mamá vas a Quinta Kiespo?”. Mi negrito adorado.

Andrés Elías es Aries, como yo, nació un domingo a la 1:40 p.m. con mucha dificultad. El embarazo se había pasado de fecha pues el tope era el 5 de abril. Me durmieron completa y me hicieron una cesárea vertical. Me dio mucho miedo. Lloré mucho antes de caer profundamente dormida pues el doctor no llegó rápido como esperábamos. Estuve con pitosín desde las 11:30 a.m. y los dolores fueron descomunales. Vine a reconocer casi al día siguiente de haber dado a luz.

Mi pobre negrito nació todo arrugado y despellejado! Estaba madurándose dentro de mi! Gracias a Dios es un tío fuerte y sano que aguantó ese encuevamiento y superó hasta haber tragado meconio.

Andrés Elías se convirtió en mi razón de ser, me dediqué en cuerpo, alma y corazón a criarlo y hacerlo crecer con todo lo mejor que pude brindarle. Amor, cuidado, educación, salud, familia, formación e integridad.

Del Colegio Don Simón pasó al Colegio San Ignacio, igual que Pedro Elías, se graduó de Senior (kínder a quinto año) y estudio medicina en la Universidad Iberoamericana de Santo Domingo, República Dominicana. Se graduó Cum Laude y se caso con su compañera de estudios, la boricua Joann González. Muyechada palante, inteligente, bonita, entusiasta y adora a mi negrito.

Es un hombre ya de muy buen corazón, inteligente, cariñoso y bondadoso. A pesar de haber tenido un matrimonio muy malo con su padre, me dio el hijo más bello y adorado, junto a mi Pixo, Gustavo, son mis tesoros más preciados. Siempre digo que repetiría todo igual si eso significa que ambos volvieran a nacer.
Mi matrimonio con Armando no duro mas de tres anos porque su empuje para progresar no fue suficiente y pasamos de pasar trabajo a pasar mas trabajo. Preferí continuar en soledad al lado de mi hijo.
Justamente después de un mes de haber nacido Andres, tuve la oportunidad de volver a la televisión, en RCTV.


La vida me dio un vuelco muy violento y radical. Yo tenía una vida cómoda, en una casa grande, con mi familia disfuncional pero dentro de lo normal. No sé por qué escogí de repente casarme con Armando, claramente diferente a mi y con principios y costumbres diferentes. Así lo hizo Ana María cuando se casó con Ibrahim y Adriana cuando se casó con Alfredo. No había aprobación así que supongo que era lo natural, que no estuvieran de acuerdo. Creo que con esa decisión fue que comenzó mi vida a lastimarse y tomar, de ahí en adelante, las decisiones más equivocadas posibles. Creo también que mi mamá, luego de la muerte de Pedro y del divorcio de mi papá, también empeoró su capacidad para relacionarse con sus hijas y llevar las riendas. No tuve una guía, una orientación, sólo la negativa constante a todo lo que convertía sus sentencias en meramente una autoridad por autoridad y no por amor. Desde 1988 los tropiezos se acentuaron cada vez más y todo aquello con lo que soñaba y tener una familia feliz, un trabajo exitoso y amor y paz, no sucedieron. A pesar de todo le doy gracias a Dios por permitirme las equivocaciones y aprender de ellas y siempre mantengo la esperanza de que algún día logre lo que deseo. Lo más bello de todo ese error mío, es Andrés Elías. Si tuviera que repetir todo para tenerlo de nuevo, lo haría. Andrés Elías es uno de mis orgullos, junto a mi Pixo del que hablaré después. Andrés es mi luna, mi noche, mi ciruela pasa (nació arrugadito y morado), mi paz, mi comprensión. Se casó en 2012 con Joann, una boricua emprendedora y echada pa’lante, como debe ser. Ese ano se gradúan de médicos los dos. Juntos luchan ahora por abrirse camino en Puerto Rico para luego irse a USA.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Mi paso por la pantalla de Venevision (1984-1985)

El año de mi reinserción en la sociedad y en el mundo profesional, ya en serio, fue 1984. Dejé las maletas y fui directo a Venevisión, donde José Rafael Revenga, Vicepresidente Ejecutivo del canal me contrató de inmediato como reportera de la fuente legislativa oficial: el Congreso Nacional. Me asignaron a Carmelo Montaño como camarógrafo y a José Manso y Edgar Navas, el jockey, como asistentes. Cuando entré al canal comenzó una nueva vida para mí. Tenía muchos sueños, muchas ganas de hacer cosas novedosas, aplicar lo que había aprendido en mis años de Loyola, las experiencias adquiridas, lo observado en tantos programas noticiosos que pude ver en la televisión americana. Además, entré al canal con el pie derecho, de la mano de un “chivo”, “apadrinada”, “apalancada”, pero solamente por haber demostrado mis ganas, mi responsabilidad y mi seriedad –por cierto, virtudes que me enseñó mi papá, con todos sus defectos, eso, me lo inculcó-.
 
1985 


Me encontré primero conociendo a mi país, sus normas, leyes, poderes públicos, la faena del reportero, el matrimonio entre tu equipo audiovisual y tú. Las esquinas de Caracas, el centro de Caracas, el lado oeste, ese al que nunca hubiera ido si no fuera por mi trabajo. Conocer a ese otro venezolano, del otro lado de la ciudad, fue un gran aprendizaje. Ver la pobreza, la dificultad, las calamidades de mucha gente, el manejo político de esas situaciones. Los hospitales, la calle, en verdad, la calle de verdad. En ese entonces, otra reportera del área de cultura compartía “mi” camarógrafo y eso nos ponía en situaciones de celos y disputas entre ambas. Margarita W. (el apellido es complicadísimo, de descendencia polaca) más tarde terminó casándose con un político que la llevó a ser Primera Dama del estado Aragua. Excelente persona y magnífica periodista. Conocí los tribunales de la esquina de Pajaritos, el Palacio de Miraflores, el Fuerte Tiuna, la Corte Suprema de Justicia. Todo esto bajo la presidencia de Jaime Lusinchi, de Acción Democrática, quien ganó las elecciones bajo el slogan de “Jaime es como tú”.

Años de bonanza económica, un país despreocupado a pesar de sus muchas necesidades y pobreza. Años de bastantes limitaciones a la libertad de expresión, los canales de televisión muy alineados con el gobierno. Con todos los de la cuarta república, en realidad.
Foto cortesia de Maritza Mendez companera de Venevision. 1985.

Años en los que ministros detenían la noticia antes de alcanzar llegar al canal con el cassette y no había nada que hacer. Pero fue un año intenso, de muchísimo aprendizaje, de volver a la patria a mi primera gran incursión en un mundo adulto de diputados y senadores, empresarios y políticos, sindicatos y partidos, amigos y enemigos, adrenalina y coquetería.

Ese año me mudé a vivir sola. Fue un gran reto para mí pero lo conseguí hacer con éxito. Montaño me regaló mi licuadora Oster, fue mi amigo, mi protector, mi confidente. Lo recuerdo constantemente, pasamos muchas horas juntos y bastante padecía cada vez que algún Gobernador o Diputado se acercaba con fines románticos y yo no aceptaba ninguna invitación que no lo incluyera. Mis compañeros, Orlando Martínez, Leonisia Cusati, Roberto Martínez, Lisset González, Marbella Molina, Alexandra Cariani, Gustavo Grossmann. Mis jefas Josefina López e Idania Chirinos. Leslie Piña un tiempo y Julio César Camacho, a quien le tocó la amarga responsabilidad de dejarme ir del canal.

Yo lo estaba haciendo bien. La directiva estaba contenta con mi trabajo. Pero al otro lado de ciudad gótica, Alejandro Peña mi primo, junto con Ana María mi hermana, trabajaban en una secta a favor de un desquiciado norteamericano llamado Lyndon Larouche, quien editó un libro conocido como “Narcotráfico S.A.”, que hablaba del negocio de las drogas y aseguraba que Gustavo Cisneros era narcotraficante. El detalle está en que Cisneros es también dueño de Venevisión y yo hermana de Ana María quien junto a Alejandro repartieron el libro por toda Venezuela.

“¿Quién coño contrató a Maria Elena Mendoza en Venevisión?”, fueron las palabras de Cisneros en reunión con Revenga y Chirinos quienes hablaron de mi buen desempeño y además certificaban, previa investigación privada, que yo nada tenía que ver contra tal ofensa.
No sirvieron mis trabajos excelentes sobre RECADI, mis asignaciones especiales diplomáticas cada vez que nos visitaba un presidente extranjero, mi conocimiento del inglés y de producción de televisión, mi buenísima relación de trabajo en casa y en la calle. Me despidieron. Allí terminó mi sueño más deseado de crecer en VV, ser productora de mi propio espacio y de allí en adelante, la vida se convirtió en una serie de tropiezos y aciertos en mi carrera profesional.
Fue María Fernanda Flores, reportera de una revista matutina la que me ayudó en esa emigración de VV a VTV, canal del Estado que dirigía en ese entonces, Alberto Federico Ravell.

Así fue como entonces me fui al canal 8, a trabajar en un proyecto nuevo: La Noticia en Acción. No duró mucho. Chismes y más chismes llevaron a María Fernanda, mi amiga de la UCAB, de tantos años a creer un cuento chino que hizo que Ravell me sacara del canal de un día para otro sin razón aparente. Alberto F. Ravell es un hombre de negocios, hábil y poderoso pero también es grosero, irrespetuoso e hiriente que me maltrató horriblemente cuando me dijo que me fuera del canal 8.

Fue una experiencia muy dolorosa que no se aclaró hasta años más tarde, en el matrimonio de Carlos Fernándes y Marbella Molina, cuando me pidió perdón. Pero el daño se hizo y no había mucho más qué hacer.

Fue muy dolorosa mi partida de Venevisión. Como todo recién graduado yo tenía la mira puesta en ser un personaje reconocido, exitoso y trascendente en la televisión venezolana y ese canal me había abierto las puertas de una manera transparente y en reconocimiento a mi buen trabajo. Yo estaba en producción de RAICES VENEZOLANAS con Alba de Revenga y siendo la esposa de un VP del canal, tenía mi puesto asegurado cuando volviese de culminar mi maestría en Los Angeles.
Pues nada de eso pudo ser. Regresé e ingresé como reportera. Todo iba perfecto hasta que reventó el escándalo del libro y nada más que mi hermana Ana María estaba involucrada en tamaña barbaridad contra el presidente del canal donde yo comenzaba a tener piso, fuerza y un futuro brillante.
Nada de eso importó. Recuerdo cuando llorando le dije, Ana María, me estás arrebatando algo por lo que he estudiado toda la vida, allí es donde yo trabajo!, y me respondió con la sangre más fría del mundo “pues búscate otro trabajo en otro canal”. Nadie puede saber el dolor, la tristeza, la frustración, la pena, la depresión que este episodio tuvo en mi vida. En un dos por tres, todo lo que por esfuerzo propio había cosechado dentro de VV, se desvanecía en horas por algo en lo que yo no había tenido nada que ver. Ante la indiferencia en mi casa de mis padres, ante el horror de los gerentes del canal, ante el asombro de mis compañeros de trabajo, ante la ira de Gustavo Cisneros, no me quedó más remedio que aceptar que, luego de un año de ser la mejor reportera política que había tenido VV, haciendo reportajes de confidencialidad, habiéndome ganado la confianza y el afecto de todos, me tenía que ir, salir y dejar el mejor trabajo que nadie hubiese podido conseguir saliendo de la universidad. Julio César Camacho fue quien me comunicó que debía irme porque ya no tenía sentido seguir allí, que no me querían adentro. Sé que para él fue una pérdida importante. Lo fue para Jose Rafael Revenga quien me defendió y que hoy por hoy me trata con mucho afecto y buenos recuerdos.
Jamás nadie podrá saber lo que significó para mi, ver mis ilusiones, motivaciones, ganas, planes, esfuerzos, proyectos destrozarse y ni siquiera por una falla mía sino por el capricho de Ana María y Alejandro Peña con el asunto del libro. El destino se torcía hacia otra parte. Ya nada tenía ni tuvo sentido nunca más. Todo lo que siguió fueron tropiezos y dificultades. La vida comenzaba a ser lo que es.

Carmelo Montaño, mi camarógrafo, mi compañero. Tantas piedras en el camino al principio para luego convertirnos en llaves. Un hombre maravilloso que me ayudó siempre a desempeñarme mejor y me brindó apoyo y conocimientos sobre política y saber quién es quién. Me regaló mi primera licuadora cuando me mudé sola y siempre que podía me brindaba el almuerzo porque ganaba el doble!! Peleamos, nos contentamos, sufrimos y gozamos. Que Dios te bendiga Montaño!!

En VTV las cosas también fallaron. María Fernanda se empeñó en creer chismes y fraguó mi salida del canal. Mil disculpas me pidió después pero igual que en VV, el daño ya estaba hecho y después de tres meses también perdí la oportunidad de ser productora, que era mi sueño. El medio de la televisión comenzó a descubrirse como uno de intrigas, malas intenciones, envidias y que fastidio, yo no quería eso. Confieso que nunca supe quien convenció a la Flaca de tantas barbaridades. Yo tengo mi carácter y puedo ser muy dura a veces, intransigente, pero nunca jamás actuaría en contra de una amiga y menos de alguien que me apoyó tanto a mi salida de VV. Como tampoco dejaría de querer a un amigo por un cuento. Nunca me alejaría sin tratar las cosas directamente con él o ella. Nunca dejaría las cosas sin aclarar. Aquí murió mi ilusión de trabajar en televisión. Épocas duras donde no tenía yo la perseverancia por encima de la sensibilidad o inmadurez, tampoco tenía quien me aconsejara bien. No tenía asidero para discutir sobre mis asuntos. Para mí fue una derrota atroz. La herida que nunca cerró.

Recuerdo mis trabajos con mucho orgullo: la caída de la avioneta en El Avila, el aterrizaje de emergencia de la avioneta en la autopista del este, el secuestro de 3 aviones de Aeropostal. También recuerdo los trabajos especiales con la presidencia de Honduras y el Salvador, era la enviada especial a las reuniones privadas del presidente Caldera, fui invitada especial en Miraflores, en fiestas privadas de diputados y senadores, mis largas conversaciones con Reynaldo Leandro Mora, el éxito en la aprobación de la Ley contra las drogas, recibir los premios de periodismo en cadena nacional, etc. Una época lindísima. Me siento muy orgullosa de mi paso por la pantalla de la televisión. En 2009 me tropecé con Revenga en un evento cultural, fue muy emotivo y afectuoso al saludarme, eso me lleno de una alegría inmensa, nunca quise quedarle mal, decepcionarlo. Este día, me di cuenta de que no fue así. Gracias a Dios. Sin embargo, Alba Revenga mas nunca me habló.

lunes, 5 de agosto de 2013

Yo ya ni soy venezolano

Lo confieso: no tengo idea en donde estoy ni para donde voy. Las que fueron mis referencias para ubicarme en Venezuela han desaparecido. Es como volar en la niebla sin radio y sin instrumentos. Nací y crecí en Caracas pero ya no soy caraqueño: no me encuentro a mi mismo en este lugar convertido hoy en relleno sanitario y manicomio, poblado por sujetos extraños, impredecibles, sin taxonomía. A lo largo de mi vida recorrí casi todo el país, lo sentí, lo incorporé a mi ser, me hice parte de él. Hoy no lo reconozco, no lo encuentro. El extranjero soy yo. Ocho generaciones de antepasados venezolanos no me ayudan a sentirme en casa. Nos cambiaron la comida, los olores de nuestra tierra, los recuerdos, los sonidos, las costumbres sociales, los nombres de las cosas, los horarios, nuestras palabras, nuestras caras y expresiones, nuestros chistes, nuestra forma de vivir el amor, los negocios, la parranda, o la amistad. Forzosamente nuestro cerebro y nuestro metabolismo se fueron al carajo, ese ignoto lugar carente de coordenadas. Hoy somos zombies, ajenos a todo, letras sin libros, biografías de nadie. Nos quedamos sin identidad y sin pertenencia. Una forma muy ocurrente de expatriarte: en lugar de botarte a ti del país, botaron al país y te dejaron a ti. Hoy Venezuela agoniza en algún exilio, pero no en un exilio geográfico. 

No, Venezuela se extingue aceleradamente en un exilio de antimateria, sin tiempo ni espacio. Cualquiera sea el intersticio cuántico en donde se desvanece Venezuela, no podremos llegar a él. El país desapareció de la memoria de las cosas universales; no existen unidades o instrumentos capaces de medir su extraña ausencia. No hay un cadáver que sepultar, ni sombra, huella, o testamento que atestigüen una muerte. Todo se perdió en un críptico agujero negro. Más que una muerte esto ha sido una dislocación en el espacio-tiempo. Pronto se dirá: "¿Venezuela? Venezuela nunca existió." Se me ocurre que en ausencia de muerte formal procede ausencia de llanto. Aquí no habrá velorio. La cosa no merece ni un palito de ron. Los pocos dolientes potenciales que pudieran darse, se irán poco a poco al mismo no-lugar en donde el país se escurrió para desvanecerse para siempre. Extraño final para un país: no pudimos ni siquiera ser un Titanic y hundirnos con algo de tragedia y romanticismo. La elegancia no fue precisamente una de nuestras características como pueblo. No tendremos el honor lúgubre de ser Pompeya. No se hablará de nosotros como de Nínive o de Troya. Nunca podrá algún Homero contar que tuvimos un Aquiles. No seremos lana para tejer leyendas. Nuestro final solo nos dejará vergüenza.
Miguel Angel Landa escribió esto pero me identifico plenamente con el sentimiento.