El año de mi reinserción
en la sociedad y en el mundo profesional, ya en serio, fue 1984. Dejé las
maletas y fui directo a Venevisión, donde José Rafael Revenga, Vicepresidente
Ejecutivo del canal me contrató de inmediato como reportera de la fuente
legislativa oficial: el Congreso Nacional. Me asignaron a Carmelo Montaño como
camarógrafo y a José Manso y Edgar Navas, el jockey, como asistentes. Cuando entré al canal
comenzó una nueva vida para mí. Tenía muchos sueños, muchas ganas de hacer
cosas novedosas, aplicar lo que había aprendido en mis años de Loyola, las
experiencias adquiridas, lo observado en tantos programas noticiosos que pude
ver en la televisión americana. Además, entré al canal con el pie derecho, de
la mano de un “chivo”, “apadrinada”, “apalancada”, pero solamente por haber
demostrado mis ganas, mi responsabilidad y mi seriedad –por cierto, virtudes
que me enseñó mi papá, con todos sus defectos, eso, me lo inculcó-.
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1985 |
Me encontré primero
conociendo a mi país, sus normas, leyes, poderes públicos, la faena del
reportero, el matrimonio entre tu equipo audiovisual y tú. Las esquinas de
Caracas, el centro de Caracas, el lado oeste, ese al que nunca hubiera ido si
no fuera por mi trabajo. Conocer a ese otro venezolano, del otro lado de la
ciudad, fue un gran aprendizaje. Ver la pobreza, la dificultad, las calamidades
de mucha gente, el manejo político de esas situaciones. Los hospitales, la
calle, en verdad, la calle de verdad. En ese entonces, otra reportera del área
de cultura compartía “mi” camarógrafo y eso nos ponía en situaciones de celos y
disputas entre ambas. Margarita W. (el apellido es complicadísimo, de
descendencia polaca) más tarde terminó casándose con un político que la llevó a
ser Primera Dama del estado Aragua. Excelente persona y magnífica periodista. Conocí
los tribunales de la esquina de Pajaritos, el Palacio de Miraflores, el Fuerte
Tiuna, la Corte Suprema de Justicia. Todo esto bajo la presidencia de Jaime
Lusinchi, de Acción Democrática, quien ganó las elecciones bajo el slogan de
“Jaime es como tú”.
Años de bonanza
económica, un país despreocupado a pesar de sus muchas necesidades y pobreza.
Años de bastantes limitaciones a la libertad de expresión, los canales de
televisión muy alineados con el gobierno. Con todos los de la cuarta república,
en realidad.
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Foto cortesia de Maritza Mendez companera de Venevision. 1985. |
Años en los que
ministros detenían la noticia antes de alcanzar llegar al canal con el cassette
y no había nada que hacer. Pero fue un año intenso, de muchísimo aprendizaje,
de volver a la patria a mi primera gran incursión en un mundo adulto de
diputados y senadores, empresarios y políticos, sindicatos y partidos, amigos y
enemigos, adrenalina y coquetería.
Ese año me mudé a vivir
sola. Fue un gran reto para mí pero lo conseguí hacer con éxito. Montaño me
regaló mi licuadora Oster, fue mi amigo, mi protector, mi confidente. Lo
recuerdo constantemente, pasamos muchas horas juntos y bastante padecía cada
vez que algún Gobernador o Diputado se acercaba con fines románticos y yo no
aceptaba ninguna invitación que no lo incluyera. Mis compañeros, Orlando
Martínez, Leonisia Cusati, Roberto Martínez, Lisset González, Marbella Molina,
Alexandra Cariani, Gustavo Grossmann. Mis jefas Josefina López e Idania
Chirinos. Leslie Piña un tiempo y Julio César Camacho, a quien le tocó la amarga
responsabilidad de dejarme ir del canal.
Yo lo estaba haciendo
bien. La directiva estaba contenta con mi trabajo. Pero al otro lado de ciudad
gótica, Alejandro Peña mi primo, junto con Ana María mi hermana, trabajaban en
una secta a favor de un desquiciado norteamericano llamado Lyndon Larouche,
quien editó un libro conocido como “Narcotráfico S.A.”, que hablaba del negocio
de las drogas y aseguraba que Gustavo Cisneros era narcotraficante. El detalle
está en que Cisneros es también dueño de Venevisión y yo hermana de Ana María
quien junto a Alejandro repartieron el libro por toda Venezuela.
“¿Quién coño contrató a
Maria Elena Mendoza en Venevisión?”, fueron las palabras de Cisneros en reunión
con Revenga y Chirinos quienes hablaron de mi buen desempeño y además
certificaban, previa investigación privada, que yo nada tenía que ver contra
tal ofensa.
No sirvieron mis
trabajos excelentes sobre RECADI, mis asignaciones especiales diplomáticas cada
vez que nos visitaba un presidente extranjero, mi conocimiento del inglés y de
producción de televisión, mi buenísima relación de trabajo en casa y en la
calle. Me despidieron. Allí terminó mi sueño más deseado de crecer en VV, ser
productora de mi propio espacio y de allí en adelante, la vida se convirtió en
una serie de tropiezos y aciertos en mi carrera profesional.
Fue María Fernanda
Flores, reportera de una revista matutina la que me ayudó en esa emigración de
VV a VTV, canal del Estado que dirigía en ese entonces, Alberto Federico
Ravell.
Así fue como entonces me
fui al canal 8, a trabajar en un proyecto nuevo: La Noticia en Acción. No duró
mucho. Chismes y más chismes llevaron a María Fernanda, mi amiga de la UCAB, de
tantos años a creer un cuento chino que hizo que Ravell me sacara del canal de
un día para otro sin razón aparente. Alberto F. Ravell es un hombre de
negocios, hábil y poderoso pero también es grosero, irrespetuoso e hiriente que
me maltrató horriblemente cuando me dijo que me fuera del canal 8.
Fue una experiencia muy
dolorosa que no se aclaró hasta años más tarde, en el matrimonio de Carlos
Fernándes y Marbella Molina, cuando me pidió perdón. Pero el daño se hizo y no
había mucho más qué hacer.
Fue muy dolorosa mi
partida de Venevisión. Como todo recién graduado yo tenía la mira puesta en ser
un personaje reconocido, exitoso y trascendente en la televisión venezolana y
ese canal me había abierto las puertas de una manera transparente y en
reconocimiento a mi buen trabajo. Yo estaba en producción de RAICES VENEZOLANAS
con Alba de Revenga y siendo la esposa de un VP del canal, tenía mi puesto
asegurado cuando volviese de culminar mi maestría en Los Angeles.
Pues nada de eso pudo
ser. Regresé e ingresé como reportera. Todo iba perfecto hasta que reventó el
escándalo del libro y nada más que mi hermana Ana María estaba involucrada en
tamaña barbaridad contra el presidente del canal donde yo comenzaba a tener
piso, fuerza y un futuro brillante.
Nada de eso importó.
Recuerdo cuando llorando le dije, Ana María, me estás arrebatando algo por lo
que he estudiado toda la vida, allí es donde yo trabajo!, y me respondió con la
sangre más fría del mundo “pues búscate otro trabajo en otro canal”. Nadie
puede saber el dolor, la tristeza, la frustración, la pena, la depresión que
este episodio tuvo en mi vida. En un dos por tres, todo lo que por esfuerzo
propio había cosechado dentro de VV, se desvanecía en horas por algo en lo que
yo no había tenido nada que ver. Ante la indiferencia en mi casa de mis padres,
ante el horror de los gerentes del canal, ante el asombro de mis compañeros de
trabajo, ante la ira de Gustavo Cisneros, no me quedó más remedio que aceptar
que, luego de un año de ser la mejor reportera política que había tenido VV,
haciendo reportajes de confidencialidad, habiéndome ganado la confianza y el
afecto de todos, me tenía que ir, salir y dejar el mejor trabajo que nadie
hubiese podido conseguir saliendo de la universidad. Julio César Camacho fue
quien me comunicó que debía irme porque ya no tenía sentido seguir allí, que no
me querían adentro. Sé que para él fue una pérdida importante. Lo fue para Jose
Rafael Revenga quien me defendió y que hoy por hoy me trata con mucho afecto y
buenos recuerdos.
Jamás nadie podrá
saber lo que significó para mi, ver mis ilusiones, motivaciones, ganas, planes,
esfuerzos, proyectos destrozarse y ni siquiera por una falla mía sino por el
capricho de Ana María y Alejandro Peña con el asunto del libro. El destino se
torcía hacia otra parte. Ya nada tenía ni tuvo sentido nunca más. Todo lo que
siguió fueron tropiezos y dificultades. La vida comenzaba a ser lo que es.
Carmelo Montaño, mi
camarógrafo, mi compañero. Tantas piedras en el camino al principio para luego
convertirnos en llaves. Un hombre maravilloso que me ayudó siempre a
desempeñarme mejor y me brindó apoyo y conocimientos sobre política y saber
quién es quién. Me regaló mi primera licuadora cuando me mudé sola y siempre
que podía me brindaba el almuerzo porque ganaba el doble!! Peleamos, nos
contentamos, sufrimos y gozamos. Que Dios te bendiga Montaño!!
En VTV las cosas
también fallaron. María Fernanda se empeñó en creer chismes y fraguó mi salida
del canal. Mil disculpas me pidió después pero igual que en VV, el daño ya
estaba hecho y después de tres meses también perdí la oportunidad de ser
productora, que era mi sueño. El medio de la televisión comenzó a descubrirse
como uno de intrigas, malas intenciones, envidias y que fastidio, yo no quería
eso. Confieso que nunca supe quien convenció a la Flaca de tantas barbaridades.
Yo tengo mi carácter y puedo ser muy dura a veces, intransigente, pero nunca
jamás actuaría en contra de una amiga y menos de alguien que me apoyó tanto a
mi salida de VV. Como tampoco dejaría de querer a un amigo por un cuento. Nunca
me alejaría sin tratar las cosas directamente con él o ella. Nunca dejaría las
cosas sin aclarar. Aquí murió mi ilusión de trabajar en televisión. Épocas
duras donde no tenía yo la perseverancia por encima de la sensibilidad o
inmadurez, tampoco tenía quien me aconsejara bien. No tenía asidero para
discutir sobre mis asuntos. Para mí fue una derrota atroz. La herida que nunca
cerró.
Recuerdo mis trabajos
con mucho orgullo: la caída de la avioneta en El Avila, el aterrizaje de
emergencia de la avioneta en la autopista del este, el secuestro de 3 aviones
de Aeropostal. También recuerdo los trabajos especiales con la presidencia de
Honduras y el Salvador, era la enviada especial a las reuniones privadas del
presidente Caldera, fui invitada especial en Miraflores, en fiestas privadas de
diputados y senadores, mis largas conversaciones con Reynaldo Leandro Mora, el éxito
en la aprobación de la Ley contra las drogas, recibir los premios de periodismo
en cadena nacional, etc. Una época lindísima. Me siento muy orgullosa de mi
paso por la pantalla de la televisión. En 2009 me tropecé con Revenga en un evento cultural, fue muy emotivo y afectuoso al saludarme, eso me lleno de una alegría inmensa, nunca quise quedarle mal, decepcionarlo. Este día, me di cuenta de que no fue así. Gracias a Dios. Sin embargo, Alba Revenga mas nunca me habló.