domingo, 23 de junio de 2013

Mis primeros 5 años [capítulo 2]

II
1956-1961
La verdad es que no recuerdo mis primeros 4 años. Sé que me bautizaron en la Iglesia El Recreo de Sabana Grande porque hay una foto por ahí  Mis padrinos fueron mis primos Francisco Mendoza Lehman y Beatriz Febres Cordero. También sé por mi primo Henrique Peña Esclusa, que hacía unos ruidos horribles cuando me dejaban en el corral para que me sacaran. El dice que era yo brava, muy brava, y que por eso hacía así. 



No recuerdo si estuve en algún kinder antes de entrar al colegio Teresiano, desde donde comienzan mis primeras memorias escolares. En cuanto a mi vida, recuerdo que vivía en Altamira, otra casa, en la cuarta avenida, de nombre El Bucaral. Sé que tuve una nana que era de Santiago de Compostela y se llamaba Guadalupe. Me quiso muchísimo, la recuerdo perfectamente, porque nos visitó mucho después claro, por eso la recuerdo. Recuerdo su cariño y sus cuidados. Lloraba de emoción cuando me veía  era algo que nunca me había pasado. De verdad, era un cariño inmenso el que sentía por mi. Recuerdo varias de mis cuidadoras, con ellas jugaba mucho. Una se llamaba Seferina. No recuerdo a mi mamá sentarse a jugar conmigo nunca. Ni recuerdo tampoco celebraciones de cumpleaños.

Mis evocaciones arrancan desde los cinco años más o menos. En el Colegio Teresiano de La Castellana, por Santa Teresa de Jesús. Al lado del Colegio San Ignacio. Obvio, soy católica y hasta los 16 años creía que el mundo entero también lo era.



El colegio me gustaba y en mis memorias tengo presente a la madre Blanca, mi maestra de Preparatorio. Recuerdo perfectamente las vocales en el pizarrón, el mueble de gavetas de colores sobre el cual nos aprendíamos sus nombres en inglés y también como una vez, de pura vergüenza por un regaño, lloré tanto que no pude levantar la cabeza del pupitre porque estaba lleno de lágrimas y mucho moco. También recuerdo que en un recreo, saltando la cuerda casi me degollo y cómo una vez me dieron una pela horrible porque el dinero que me dieron para comprar un lápiz, lo gasté en chucherías. El valor desperdiciado en mi deseo infantil por los dulces fue de entonces, 0.25 céntimos de un bolívar. Carmen Cristina me acusó. Siempre me acusaba de todo lo que hacía mal o equivocado o como fuera. Recuerdo a Alesia Miranda y a Celina Ross, mis mejores amigas. Recuerdo también haber estudiado piano en ese colegio.

Éramos entonces, papá, mamá, Carmen Cristina, Pedro Elías y yo. Vinimos a vivir allí desde la quinta Serenata, una cuadra más arriba. Mi casa era linda. Tenía un jardín central con una piscina rectangular de fondo llano, más ornamental que otra cosa. Servía además para mojar la correa antes de una buena paliza. Hace poco supe que esa piscina se llama en realidad “espejo de agua”.


En las mañanas pasaba el panadero en su motoneta con cava lateral y dejaba el diario y algunos panes dulces. Los sábados por la mañana pasaba Clemente, con sus caballos, para llevarnos a galopar sobre el asfalto de la urbanización. Llegamos a ser todos unos expertos. En la televisión daban Rin Tin Tin, Hechizada y El Zorro. Los domingos íbamos invariablemente a misa de 11:30 de la mañana en Don Bosco, luego a casa de Mimía, mi abuela por parte de padre, y luego a las galerías de arte o al hipódromo, donde mi papá tenía caballos de carrera. 

A los 5 años entonces, nació Ana Maria, quien se convirtió en la consentida de mi papa. La vida era muy familiar, a menos de dos cuadras vivían mis primos Pérez Michelena Esclusa, hijos de José Luis y Ana Dolores, una hermana de mi mamá muy bella y encantadora, mis primos cuatro varones. Y mis primos Esclusa Mancera, casi frente a la entrada a Sabas Nieves, El Avila. 

Pronto la vida cambiaría porque entraría a otro colegio y mas familia se agregaría a la actual.

Otro de los recuerdos bonitos que tengo de mis primeros días en el mundo, es cuando íbamos a Playa Lido en Macuto. Y cuando una vez alquilamos una casa en Los Corales. Montaba velocípedo y jugaba mucho con mis primos, la familia era grande. Los Corales era uno de los lugares mas bellos por los alrededores de Caraballeda, urbanización muy selecta de La Guaira, estado Vargas. Y Playa Lido me encantaba porque el edificio de residencias estaba apartado de la playa por la carretera que sigue hasta Naiguatá y Los Caracas, entonces para disfrutar del mar había que pasar por un túnel. A mi me parecía esa travesía excitante y divertida. Recuerdo a los hermanos Vizcarrondo y a los Lacavalerie, Musiú, su esposa y sus hijos. Uno de los mejores animadores de televisión quien fue amigo de mi papá. Casi todos los fines de semana, el plan era bajar a Macuto y así fue como comencé a fascinarme con el mar y aprendí a nadar como un pescado. De allí  mi fascinación por la playa, el sol, la arena y andar descalza y en traje de baño!

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