lunes, 10 de junio de 2013

A que puede llamarse país?

Venezuela se ha convertido en un país extremadamente peligroso y muy difícil. Algunos definen el régimen como Neototalitarismo, otros Castrocomunista, otros dictadura. El hecho real y cierto es que en pleno siglo XXI, aunque la historia se repita, las cosas no se llaman igual porque nada es igual, ni la gente, ni el clima, ni la cosecha, ni la producción. Como nada es igual y en esencia puede parecerse a otra cosa pero es original, Venezuela se ha convertido en un país de miserias, apatías, desesperanza, indiferencia, delincuencia, escasez, violencia y agresividad de proporciones inenarrables, dolorosas y delirantes.
Vivir en Venezuela es atravesar diariamente las calles de la amargura, respirar aires de miedo y terror, sentir la rabia y las discriminaciones políticas hasta en la manera de abordar un autobús.

Los venezolanos hemos ido incorporando todas estas características en nuestro ADN como si fuera una droga, sin la cual no podríamos vivir porque hay que estar en sintonia con estos sentimientos para poder sobrevivir.

Ya estamos aceptando que diariamente mueran mas personas que en países en guerra abierta, que debamos hacer horas de cola para pagar en un automercado las tres cosas que conseguimos y sufrir porque no se consigue papel tuale.

Las universidades están a punto de colapsar porque los profesores no tienen recursos para vivir mientras el gobierno gasta en satélites espaciales y viajes al Vaticano cuando ni siquiera sus representantes son católicos.

Pero lo peor de todo es tener un país estero que acepta día a día las injusticias en las cárceles, desempleo, asesinatos, falta de comida, expropiaciones, escasez de viviendas y paz, el deterioro de las infraestructuras, falta de maestros con salarios decentes, familias a punto de perder viviendas, hospitales sin recursos y epidemias mortales que acosan a los ciudadanos.

Un país lleno de gente que no protesta, que acepta, que no reclama sino que se queja, que no hace nada sino conversar con el vecino, que no actúa sino que espera.

Un país que perdió las ganas de vivir? Un país que no es capaz de ensuciarse los zapatos para meterse en el pantano de la protesta y exigir sus derechos. Nos acostumbramos a comer basura. Asi parece, porque siempre estaremos esperando a otro que soluciones nuestros problemas, porque somos muy cómodos, muy estúpidos y muy conformistas.

No hay Dios, ni Virgen ni ejercito que haga nada por un conjunto de personas que dejan caer la vida en frente de sus ojos sin mover un dedo por evitarlo, combatirlo y acabarlo.

No hay comentarios: