Los años pasan y no en
vano. Solamente cuando Andrés Elías cumple 5 años y entra en el colegio San
Ignacio. Capítulo aparte. Conseguir que entrara me costó mucho trabajo pero
sucedió. Me encontré entonces en esos andares por Villa Piscina y Villa Loyola
a Doris Szilard. Mi gran amiga. Doris me conquista con al idea de hacer una
fiesta de reencuentro con los compañeros de El Peñón. Mi gente que no veo desde
hace más de 20 años pero la verdad me parece una genialidad. Desde hacía ya un
tiempo estaba sola, nutriéndome fundamentalmente de mis hijos y de mis amigas.
Sin pareja y sin nadie que me hubiese tocado la torre desde hace mucho tiempo.
Comienzan los
preparativos y la verdad fue un tiempo de mucha emoción y felicidad hasta ese
día en la casa de Paul Soucy donde nos reunimos casi todos. Allí estuve
observando a Adolfo muy triste, de capa caída luego supe que se estaba
divorciando.
Adolfo y yo comenzamos a
salir y me enamoré una vez más, o así lo creí, para luego volver a terminar con
el corazón roto y lleno de una tristeza profunda. Creo que desde mi rompimiento
con Perucho nunca había llorado tanto! Con la diferencia que cuando estaba con
Perucho tenía 15 años y con Adolfo ya tenía 47. Absurdo, horrible, sobre todo
porque mis amigos peñoneros cargaron con todo el peso de la amargura y
tristeza…
No tengo palabras
para expresar lo que me revolvió la relación con Adolfo. Una vez mas haber
perdido mi tiempo intentando quedarme con el amor, y lo que conseguí fue casi
un infarto. Como me decía María Margarita, quizás estaba enamorada del amor,
del ideal de tener una pareja al fin, y no de Adolfo como persona. Al principio
fue muy difícil, mas nunca quise ni hablarle, le devolví todos los regalos que
me dio, le corte la comunicación por completo, estaba devastada, no quería
saber de él. Comencé terapia con una
psicóloga que resolvió tratarlo a él también y decidí no ir más. Paul me
recomendó a Marilo. Mi gran y querida Marilo que me ayudó muchísimo y me quiso
de verdad. Marilo se fue, decidió irse un mal día, la hora menguada, no
resistió saberse culpable de la muerte de un ser humano. Que Dios la tenga
consigo en el mejor lugar.
Después de este
sufrimiento tan grande comenzó otra etapa oscura de mi vida, la que espero sea
la última, la que nunca debió ocurrir y de la cual me arrepiento y siempre lo
tendré marcado en mi corazón.